Hace más de un siglo que Schopenhauer nos dejo su "El Mundo como Voluntad y Representación", una obra que nunca ha figurado en el tronco principal de la filosofía (siempre controlada por los académicos), pues era, como decía Safransky, su biografo, una "filosofía salvaje", y como recordaba Karl Popper (en "La Sociedad abierta y susis enemigos") un filósofo íntegro y enemistado con las imposiciones de los que, como Hegel, adulaban al poder hasta el punto de hacer del Estafo la suma perfección. No hace falta decir que el filósofo oficial por excelencia fue Hegel, al que Schopenhauer no se cansó de denunciar.
Yo he leído varias hisorias de la filosofía en que le conceden un papel secundario o incluso ninguno. Por ejemplo, El Mundo de Sofía, de Jostein Gaarder, un buen libro de divulgación de la filosofía, no tiene ni una referencia Schopenhauer.
La Voluntad, para Schopenhauer, es lo que domina al mundo. No no es dado conocerlo mediante nuestras limitadas capacidades (la-cosa-en-sí, de Kant, inasequible a la representación), pero podemos atisbarlo observando como actuamos nosotros. Hasta Schopenhauer, toda la filosofía, desde Platón, había consagrado la razón como suprema expresión del ser humano, razón que no podía ser más que una emanación de Dios, al que conocíamos gracias a ella. La razón era el auriga que controlaba los dos caballos que nos llevaban, y sólo la pericia de auriga racional podía conducir ambas bestias por el camino del control de las pasiones. La razón está para ser reina señora de las pasiones. El que no se comporta así, es porque quiere dejarse llevar, no porque no pueda. El premio a ese control es, después de muchas vidas (metempsicosis) errando por la tierra, llegar al final a convivir con loa dioses.
Schopenhauer es el primero filósofo que destroza ese cuento. Incluso destroza lo que Kant había intentado para salvar ese cuento de la supremacía de la razón. Para Schopenhauer la razón no es más que nuestra sierva al servicio de nuestros deseos, deseos que que, a su vez, son la manifestación individualizada de la Voluntad, la verdadera reina del mundo. Al poner ese nombre a su desdubrimienro, Schopenhauer se equivicó, por la carga de nobleza moral que se le atribuye a la voluntad en el cristianismo. En realidad no se refiera a nada de eso. Sino a una fuerza ciega y virulenta, incontrolable, sin dueño, que rige todos los actos de todas las criaturas del mundo, un impulso sin forma, que se observa en todas las criaturas. Los hombre somos iguales, aunque nos empeñamos en creer que la razón es más poderosa y capaz de conducir por el camino de la moderación esa fuerza.
En realidad, como Schopenhauer fue el primero en decir, nos engañamos a nosotros mismos. Bautizamos como noble, o justo, al menos legítimo, lo que muchas veces es deseo de rapiña, de dominio sobre los demás, de deseo, al que llamamos amor, planes de formar una familia, etc. La razón siempre se deja deducir por la voluntad para inventar perfectas sofistiquerías que justifican la más ball evaporas acciones.
Sí, Schopenhauer fue el primer filósofo que sugirió que nada tenía sentido, aunque él intentó darle un sentido al caos de impulsos ciegos que creía que era el mundo. Fue, como se puede comprender, un inspirador de muchos escritores e intelectuales de principios del XX, entreblaomue ha de destacar se Freud.
Nada tenía sentido, aunque el no desdeñó la vida, vivir en este sinsentido, para lo cua dispuso de una estrategia muy refinada, basada en no dejarse controlar por esa fuerza ciega y vivir un especie de vida contemplativa, aunque no religiosa, basada en la observación del arte de los genios, que ayudaban a vislumbrar La Cosa en Sí, lo que era para él muy estimulante. En su opinión, la música era el arte por antonomasia más liberador de nuestra conciencia. Su filosofía rechazaba radicalmente el suicidio.
Tampoco desdeñaba el báculo de la religión, que era para ėl la metafísica de los pobres. No se puede vivir sin satisfacer ese anhelo, y la religión ha cumplido históricamente esa función, además de ser la confirmadora de un orden social sin la que no habría sociedad. No ocultaba no que esto quería decir: él era un elitista, no todos tenía su capacidad para ver las cosas en sí, y por otra parte esa verdad es intrasmiaible, incomprensible para la mayoria.
Se preguntarán a qué viene esto. Pues no lo sė muy bien, pero,estaba leyendo el periódico, viendo el caos que intenta tapar el gobierno, la oposición, la agencia tributaria, la Infanta, Urdanga, el euro, todo es maremagnum al que los periódicos dan apariencia de orden y razón, y he intentado vislumbrar lo que había detrás. Y me he dicho que Schopenhauer tenía razón. Detrás hay la Voluntad, esa fuerza ciega que nos posee de forma individualizada pero que nosotros negamos como tal, imbuidos como estamos de nuestra propia importancia, razón de ser, moralidad con los que perseguimos esos fines dictados por lo único existente, V, y que nosotros creemos nobles.
Y entonces he entendido mejor la cantidad de lémures (lamculos) que hay en las universidades, instituciones (como el BdE), y los medios, alabando y suministrando argumentos al poder para que logre mantenerse en él. Centenares, miles, de fabricantes de justificaciones, no ya asesores, funcionarios escríbanos, que s e agreden mutuamente de una trinchera a otra con sofismas que luego se entierran en papel satinado que nadie lee, porque su fin no es es, la divulgación, sino bien al contrario, la confusión.
Sí, el Mundo es una representación en el que los mejores papeles se los llevan los que mejor se engañan, los que mejor saben interpretar la voluntad de sus dueños, aunque ellos están también dominados por V. Nosotros no nos dejemos engañar.
Ah, y por qué no leer un poco a Schopenhauer y su grandiosa prosa. Por qué no poner una prudente distancia sobre lo que nos rodea.