"EN DIEZ días justos, con sus correspondientes noches, España, el más antiguo Estado-Nación de Europa, habrá afrontado tras la jornada del 11 de Septiembre el desafío más grave que su integridad haya padecido nunca. El alarde separatista catalán de este año va más allá que el de cualquier otro, incluido el último; carece de la ambigüedad tradicional exhibida por la casta política catalana en sus negocios con Madrit, es una exhibición de fuerza ante los enemigos internos de la independencia, que huyen a Miami o se refugian en la ciudadela moral de Ciudadanos y supone para España y sus instituciones un reto a su integridad territorial y a algo más importante: su razón de ser como Estado. El día 11 no se rompe una frontera sino que se destruye la capacidad interior para definir fronteras y defenderlas propia de un Estado capaz de subsistir y de una nación que aspire a tener un Estado. Para definir la situación en pocas palabras: ante Cataluña, España actúa como si ya no fuera un Estado; y en todo lo que a España se refiere, Cataluña actúa como si ya fuera ese Estado que España ha dejado de ser."
Esto sucederá, ante la indiferencia del mundo, de Obama, de Merkel, y sobre todo, de Rajoy, porque nadie ha creído a los que, como Jiménez Losantos, lo vienen avisando. Y esta ceguera, o sordera, se debe a una disfunción patológica de la sociedad española que se generó en la Transición, y desde entonces no ha hecho más que hincharse.
Esa disfunción se tapa fácilmente, y así se ha hecho, con la errónea creencia, muy difundida, de que lo único que mueve al hombre, especialmente la político, es el dinero. No la pasión por el poder, o la genuina pasión nacionalista, no. El hombre es racional y le interesa el dinero. Es como esos que creen que un perrito ama a su dueño por hipocresía, porque lo único que le interesa es comer. Al mío desde luego le interesa comer, pero también otras cosas, como cuando estoy viendo un partido de fútbol en la Tv y viene con su pelota a proponerme jugar.
Los animales, y mucho más los hombres, son más complejos, como para saber qué les motiva en cada acción. Bueno, pues esa "pomada" adormidera decía que nunca se separarían porque lo que les interesa (a los catalanes) es la pela, "la pela es la pela" decía uno con cara de listo (en realidad de tonto de baba, como los que lo saben todo), y con eso quedaba garantizado que los catalanes jamás se separarían.
Bueno pues se van a separar, si Dios no lo remedia, aunque les cueste un porrón de dinero. Pero la ceguera voluntaria y la pomada que la acentúa, junto con el pasotismo de Rajoy, que se ha montado sobre el potro que le dejó el loco de Zapatero... No se cuando empezó la separación, pero se que Zapatero le dio un gran dinamismo cuando parecía estar encallada. Rajoy es un caso de desvergüenza especial, y ha dejado que Mas haya logrado todos los desatinos que parecían imposibles.
La quiebra que va a suponer para ellos no les ha frenado, así que dejemos eso. Hablemos de la quiebra que supone para España. Un 20% de su territorio, 20% del PIB, la reordenación de las redes empresariales y comerciales, un coste inaudito e interminable en procesos judiciales, unas tensiones con los españoles que queden allá, y, posiblemente, una asunción de la parte de la deuda nacional que ellos van a repudiar. Por una estimación a vuela pluma, un aumento de la Deuda/PIB del 20%.
A eso hay que añadir la necesidad de hacer una nueva transición, una nueva Constitución, nuevas leyes, bajo la hostil mirada de Cataluña, que pondrá el grito en Europa cada vez que se vea vilipendiada. Más que eso, será una Refundación desde cero, y eso sin contar lo que pase con los vascos ¿doble refundación?
Aunque eso no es lo importante. Lo importantes es el golpe moral, de coste incalculable, que supondrá para la nación española, las más antigua de Europa. Repentinamente, y graciosamente, España pierde un territorio que es de todos los españoles desde hace siglos. De repente, se encuentra con una nación hostil donde antes había un territorio español, una cuña entre Francia (y Europa) y España. Un país europeo nuevo hostil a España. Una frontera nueva que nos separa más de Europa. Pasarán centurias antes de que se cierren las heridas, que además van a ser reabiertas por el nuevo Estado con reivindicaciones territoriales intolerables. Lo que quede de España, que no podrá llamarse España, será una nación muy inferior en su peso internacional.
Cuanto más se tarde en cortar de un tajo ese nudo Gordiano, peor.