Bueno, ahí lo tienen. Es el único animal político que tenemos en el decadente escenario político, cada vez más parecido a cómo describía el régimen de la Restauración Ortega y Gasset: "una fantasmagoría llevada por el empresario Cánovas, él mismo el mayor de los fantasmas". A fe que cada vez converge más este régimen en liquidación con aquel régimen, que como el de hoy, quiso traer el parlamentarismo a España después del fracaso de la Primera República.
Cánovas y Sagasta lo hicieron bien: homologaron a España con las países europeos, que se regían por regímenes monárquicos parlamentarios. Había diferencias importantes, claro. Las personas son importantes. El rey Alfonso XII, primer monarca de ese régimen, fue un gran rey, que no se metió en política, pero su hijo Alfonso XIII fue un desastre. Muertos los creadores de ese régimen moderador y estable, el régimen fue dando tropiezos, hasta su disolución final. Uno de las mayores tropiezos fue el emergente nacionalismo catalán. Desde entonces comenzó la estrategia de Madrid de ofrecer y ceder, lo que no evitó que cuando llegó la república declararon el estat independiente catalán, primero Maciá en 1931, apenas asentado el poder republicano, y luego, en 1934, Companys.
¿Cuál fue la causa de que ese régimen, que había se mantenido con un cierto empaque, se diluyera y dejara un vacío que sólo podían ocupar las fuerzas repúblico-social-separatistas? Como hoy, la razón fue la defección de los suyos, el desconcierto y paralización de los políticos dinásticos, aplastados por la defección del único que podía ser el guía, El rey Alfonso XIII. Pero el rey Alfonso XIII se entregó antes de haber tanteado sus fuerzas, abandonó a su familia al peligro de que las turbas asaltaran el palacio, se largó con la excusa que "no quedó que se derramara sangre española". Huido el rey,¿qué les quedaba como argumento a las pocos monárquicos que quedaban?
Los republicanos tomaron el ministerio de Interior con un taxi. Atrás, agazapado y verde de miedo, iba Azaña, al que había arrastrado su amigo Prieto, que le dado de un oscuro escondite donde se había refugiado de la última persecución del "Ançient Régime". Una persécucion protocolaria, en la que los desconocidos republicanos se hicieron famosos haciéndose fotos desde las rejas, hasta la cuales les llevaban cada día los menos de los mejores restaurantes. Azaña prefirió evitarse esa juerga.
Llegado el taxi a la Puerta del Sol, creo que fue Miguel Maura que hizo cuadrase al guardia civil diciéndole: "abran las puertas: somos el nuevo gobierno de la república española". La Guardia Civil se cuadró, las puertas se abrieron, y desde ahí todo fue sobre ruedas para aquellos audaces republicanos, aunque mejor aún le fue al desconocido y tembloroso Azaña, que llegó a ser presidente del gobierno y de la república.
Volviendo al presente, ahí tenemos al único animal político, el único que sabe lo que quiere, y que sabe que se acercan tiempos revueltos, tiempos de defección del orden y de los políticos que mantenía la representación fantasmagórica, haciendo que hacían de fantasmas importantes. Los demás han muerto y no lo saben. Son fantasmas plasmatica, y no lo saben. Los demás se recostaron a dormir en Europa, y la revolución les ha pillado a contrapié, haciendo declaraciones ante jueces por unos eurillos de nada, que no van a salvar, como no van a salvar su patrimonio, al menos en España. Perderán casi todas sus riquezas, y me alegro. Perderán una cosa más importante, que no han sabido defender, como Boabdil que lloró como mujer la pérdida de Granada que no supo defender como hombre. Muchos, unieron decir, se irán al exilio, a penar como fantasmas que casi nadie ve.
Si hace al recuento de la historia desde la primera estabilización, la de 1876, que duró menos de cincuenta años (la dictadura de Primo de Rivera en 1923 la deslegítimó), parece que estamos abocados a una triste historia como entonces. Una decadencia y caída, como la del imperio romano, pero más breve, mucho más breve. Nosotros somos más rápidos. Nada de decadencia lenta y hermosa, sino estrépito y alteración, convulsión, convulsión, convulsión.
En otras palabras, no me fío de nadie que está en los puestos claves. No me fío del rey, ni de Rajoy, ni de los presidentes de las CCAA, y tengo buenas razones para ello, creo. Huelo en el aire un tufillo de defección, es decir, de victoria arrasadora de otras fuerzas más entusiastas, convencidas y... Viriles: esa virtud que definía Maquiavelo como la más necesaria para un gobernante y que aquí brilla por su ausencia.
Maquiavelo creía en la fortuna. Lo que te quita la fortuna adversa no te lo devuelve nadie. No controlamos los tiempos históricos, nadie lo hace. Estamos en un tempo histórico nuevo para todos, y nadie puede controlar la dirección no el ritmo.
Porque la Historia avanza a base de cambio generacionales, y cada nueva generación pierde memoria histórica, que sustituye por otra manos lejana. Al cabo de tres o cuatrogeneraciones, la gente cambia radicalmente de perspectiva. Busca una nueva interpretación del mundo, otros intérpretes, otra narrativa, que le motive. La economía no es más que una subtrama en ese movimiento general que nadie es capaz de abarcar. El punto de llegada es ignorado, y además cambia cuando es alcanzado, pero no sabe que lo ha sido.